Sin tus ojos
perdimos el lugar del gran tular, sin tu aliento fugóse el tono de la voz junto
a las viejas palabras; sin tu tacto huyó el calor de la vida, el silencio
obstruyó a la caracola y una caricia no llegó hasta tus flores. No eras ni mi
abuelo, ni mi padre, ni mi hermano... pero algo de tu aliento bulle en mí, hay
una mota de polvo de tu vida en la carne que me forma.
miércoles, 3 de marzo de 2010
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