miércoles, 3 de marzo de 2010

... el hambre y las penas...

Fuiste uno de entre cientos —miles, decenas de miles—  de emisarios surgidos en la piedra sacra. ¿En dónde quedaron los anhelos, los sueños, el hambre y las penas, el dolor y la consciencia del sacrificio maldecido? ¿En dónde te abandonó la fuerza cuando a tu cabellera la oprimió un puño ajeno para encontrar en un cielo que no era el tuyo la morada para los dioses con otros nombres conminados? ¿En dónde estás guerrero impetuoso? ¿En dónde encontró oídos el himno de tu flauta? ¿Hay algún tambor ancestral que repita el ritmo de tu corazón quebrantado? ¿Quiénes son tus hijos, si todavía no cala el despiadado olvido?

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