jueves, 4 de marzo de 2010

... a destiempo...


Macetón y arcada semimudejar en patio jerezano.


Llegó a destiempo y a destiempo partió. Vino de lejos con  una guitarra afinada en tono ajeno, traía en el morral ajado el cansancio por una labor lejana, un habla en dos palabras y un lucero punzante en la frente; hablaba de un mar lejano, de una barca, de un nubarrón peregrino y de un viento fuerte —su amigo— para purificarle el aliento.
                A destiempo partió, dejó una hortensia florecida y a una alondra sin alimento en la ventana, descordada la guitarra, un libro a medias leído en donde cimentó otro futuro y una duda permanente a medias afirmación. Para viajar ligero abandonó una promesa con voz de tormenta distante cuando la brisa silenciosa le escaldó los labios prietos y le frunció el rostro arrugado.

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