miércoles, 3 de marzo de 2010

La tierra vuela...


La tierra vuela ligera para unirse a otras carnes anónimas, ajadas sin la bendición del recuerdo para asentarse en senderos, en mudas y vetustas riberas, en cañadas remotas, en cuevas perdidas y en pozos agotados. Esta tierra de orines y heces será limo si le favorece la lluvia, será otra vez un vientre en donde resonará el silencio nocturno cuando reviva el canto mudo sobre un sepulcro oreado compartido con otros decenas de miles de millones de olvidos.

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