Edificio de la Torre
[Colegio de las niñas].
Mientras los
pájaros remueven el frío de sus alas
malogramos el
ensueño y nuestro lucero matinal.
Somos caudas
agoreras en elipses olvidadas,
caprichos del polvo
con su impronta de espectralidad,
con temor a una ley
impuesta por dos manos cálidas
donde aún reside el
punzar del ideal de eternidad,
mientras los
pájaros removían el frío de sus alas
perdimos el ensueño
y nuestro lucero matinal.
Sin más, ausente el rencor, sin vergüenza ni
aflicción, diremos que al menos lo intentamos sobre las muchas naderías en las
que nos afanamos, pero, al menos lo intentamos y cosas del tesón: en cuanto a
mí, aún conocido el futuro ya presente: lo intentaría otra vez.
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